Boletín Nº 172
07-05-2012
Los abusos del turismo devastan millones de vidas según el mensaje del Papa en el Congreso mundial del turismo en Cancún
El turismo debe ser respetuoso con la dignidad de las personas y de los pueblos, en vez de estar impregnado de las formas más abyectas de desviaciones capaces de devastar, desde el punto de vista moral, psicológico y sanitario, la vida de las personas, de tantas familias y, a veces, de comunidades enteras.
El turismo, junto con las vacaciones y el tiempo libre, aparece como un espacio privilegiado para la restauración física y espiritual, posibilita el encuentro de quienes pertenecen a culturas diversas, y es ocasión de acercamiento a la naturaleza, favoreciendo por todo ello la escucha y la contemplación, la tolerancia y la paz, el dialogo y la armonía en medio de la diversidad.
El turismo, como toda realidad humana, no está exento de peligros ni elementos negativos. Se trata de males que hay que afrontar urgentemente, ya que conculcan los derechos y la dignidad de millones de hombres y mujeres, especialmente, de los pobres, los menores y los discapacitados. El turismo sexual es una de las formas más perniciosas de estas desviaciones que devastan a personas, familias y comunidades enteras.
El mensaje de Benedicto XVI a los participantes en el VII Congreso mundial de pastoral del turismo ilumina este fenómeno con la doctrina social de la Iglesia, promoviendo una cultura del turismo ético y responsable, de modo que llegue a ser respetuoso con la dignidad de las personas y de los pueblos, accesible a todos, justo, sostenible y ecológico.
En segundo lugar, la acción pastoral nunca debe olvidar la vía de la belleza. Muchas de las manifestaciones del patrimonio histórico-cultural y religioso, son auténticos caminos hacia Dios. Y, en tercer lugar, la pastoral del turismo ha de acompañar a los cristianos en el disfrute de sus vacaciones y tiempo libre, de modo que sean de provecho para su crecimiento humano y espiritual.
JAFC
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